El panteón fue erigido en forma de templo tetrástilo, con cuatro columnas cuadradas que le dan cierta pesadez al conjunto y que sostienen un alto entablamento que cobija una curiosa decoración en relieve y que sirve para sustentar el frontón triangular que corona la obra. La decoración consiste en representaciones antropomorfas de la muerte en las dos esquinas. En la de la derecha sostiene una vasija ritual flameante, mientras que en la de la izquierda aparece sosteniendo sobre ellas a una figura femenina que parece llorar desconsolada. En el centro, sentadas, dos figuras desnudas de un hombre y una mujer en actitud de consuelo –él rodea con su brazo derecho el hombro de ella mientras que con la mano izquierda coge la de su compañera– sobre las que una filacteria recoge la inscripción ‘Vivere’ (vivir). En el frontón se cobija un reloj de arena alado alusivo a la fugacidad de la vida (ORTIZ MARTÍNEZ, 2018).