Este sepulcro presenta rasgos clasicistas, enmarcándose dentro del eclecticismo arquitectónico que caracteriza la mayor parte de las construcciones de la avenida principal del cementerio y de la producción de su diseñador, Carlos Mancha. La parte escultórica la ejecutaría Francisco Requena. Se trata de un conjunto de ocho fosas en cuyo centro se alza un monumento-estatua sobre pedestal pétreo moldurado, coronado por ánfora flameante rodeada por un manto, y todo ello, rodeado por una corona de flores. Sobre la cara delantera y las dos laterales del pedestal representaciones femeninas (las tres Virtudes Teologales, tema recurrente en Requena para los encargos burgueses) enmarcadas en un óculo con los ojos abiertos o cerrados.